Ante una situación de crisis toda una sociedad es afectada en mayor o menor medida. Pero hoy es palpables de los riesgos psicosociales a los que están expuestos aquellos trabajadores del área de la salud y los educadores frente a situaciones de crisis originadas por enfermedades epidémicas y/o catastróficas.
El escenario que se vive actualmente de pandemia decretado por la Organización Mundial de la Salud en marzo de 2020, implica un nuevo desafío y exigencias para los trabajadores del área de la salud y los educadores, dado que provoca una mayor complejidad en las tareas desarrolladas ante un virus desconocido que hasta el momento no tiene vacunas y tampoco existe un tratamiento específico.
Las situaciones de crisis afloran problemas profundos que están ocultos como es el caso de la salud mental ante eventos estresantes y de angustia.
Para la OIT, los factores psicosociales son “las interacciones entre el trabajo, su medio ambiente, la satisfacción en el trabajo y las condiciones de su organización, por una parte, y por la otra, las capacidades del trabajador, sus necesidades, su cultura y su situación personal fuera del trabajo, todo lo cual, a través de percepciones y experiencias, pueden influir en la salud y en el rendimiento y la satisfacción en el trabajo” (Oficina Internacional del Trabajo , 1984)
La cantidad o la complejidad de las exigencias que se encuentran unidas a la realización de las tareas que llevan a cabo estos sectores, pueden crear un factor de riesgo, ya que cuando estas exigencias superan la capacidad de la persona para responder a ellas, se está hablando de sobrecarga de trabajo, donde el trabajador se verá desbordado. (Alvarez, 2009)
El incremento en la demanda de ayuda sanitaria, la falta de organización de los procesos asistenciales y educativos, la ausencia o deficiencia de protocolos específicos ante situaciones de crisis, la prolongación de las jornadas de trabajo, la afectación de las relaciones sociales y familiares debido al aislamiento obligatorio, sumergen a estos trabajadores en estresores que pueden causar un daño psicológico, físico o social (Acevedo G, 2011)
El fenómeno del estrés encontró una fuerte discusión en los últimos años, y en particular el estrés laboral se instaló como un fenómeno frecuente en el mundo del trabajo. (Filippi G, 2010)
Se puede distinguir como fuentes de estrés al contenido del trabajo y al contexto laboral, resumidos en los Cuadro 1 y Cuadro 2, que llevados al campo de la Seguridad Ocupacional, estos estresores le presentan al trabajador demandas excesivas o peligrosas que muchas veces no puede controlar, trayendo como secuela problemas conductuales que generan depresión, ansiedad, neurosis, etc. (Deitinguer, 2006).
El estrés tiene un componente vivencial y emocional. La emoción emergente como la ira, la rabia, la decepción, inciden claramente en el proceso de apreciación cognitiva del ser humano y su posterior conducta. (Lazarus, 1993),
Cuando la vivencia del estrés ha sido intensa y crónica, las consecuencias sobre las personas van a resultar más duraderas, abriendo paso a patologías como afecciones músculo esqueléticas, crisis nerviosas, insomnio, depresión, entre otras.
Por otra parte, la ausencia o precariedad de los elementos de protección personal utilizados o el material de contención, la falta o el entrenamiento escaso, el equipamiento, las directrices equivocadas o confusas., son variables a las que están sometidos nuestros profesionales, enfrentándose a situaciones desgastantes que contribuyen a la aparición del estrés.
La desinformación o sobreinformación generado por los medios de comunicación y las redes sociales, agravan más esta problemática.
Frente a condiciones inesperadas, nos encontramos con respuestas esperadas como es la sintomatología emocional y física fruto del impacto del desastre, donde comienzan a aparecer la sensación de agotamiento, pérdida de apetito, ansiedad, miedo, llanto, tristeza, irritabilidad y confusión en muchos casos.
Ante situaciones estresantes, Lazarus plantea que los seres humanos despliegan “Esfuerzos cognitivos y conductuales cambiantes que sedesarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (Lazarus R., 1986). Estos mecanismos de afrontamiento son fundamentales para regular la respuesta emocional que aparecerá ante estas circunstancias estresantes, siendo de gran importancia tener presente ante estas situaciones, el apoyo social y los recursos materiales.
¿Y qué sucede con los educadores? En el trabajo en el aula, las dificultades que genera la carga de trabajo se concretan en problemas de voz, problemas músculo esqueléticos, derivados de las posturas que se adoptan, y el estrés. Con este acontecimiento inesperado de la suspensión de clases en el aula, aparece la enseñanza virtual como propuesta para continuar con el proceso de enseñanza, pero nos estamos olvidando de los problemas que puede ocasionar en los docentes, enfrentarse a desafíos como dar clases, atender la familia y el hogar, y nos preguntamos entonces, ¿Cuántas escuelas públicas tienen plataforma para clases virtuales?, ¿Cuántos niños y docentes tienen acceso a internet?, ¿Qué pasa con las escuelas rurales?, ¿Están los docentes capacitados para usar las plataformas virtuales?.
Estamos exponiendo a nuestros docentes a la aparición de estrés causado por el doble rol que hoy están desempeñando. No debemos olvidar que muchos de ellos imparten clases en distintos colegios, y ello implica la preparación de clases virtuales para todos los cursos que tienen, con sus respectivas correcciones de trabajos y actividades dadas y el soporte virtual a sus alumnos. Por otra parte, no solo deben impartir sus clases como puedan (plataformas virtuales, grupos de whatsapp, Facebook, etc., sino que además, deben ser facilitadores de sus hijos que también asisten a clases virtuales.
Si el profesional es afectado, afecta a las otras personas con las cuales tienen vínculos. Al no existir evidencia científica a nivel mundial, no existe bibliografía que indique el actuar o no actuar de los profesionales y la sociedad en su conjunto.
La crisis como una oportunidad para el cambio
Habría que plantearse la necesidad de llevar a cabo estudios que permitan determinar más en profundidad el nivel de riesgo psicosocial a los que están expuestos estos trabajadores, considerando entre las posibles variables, las exigencias psicológicas que demanda la tarea, la toma de decisiones, las compensaciones económicas, el desgaste emocional, teniendo en cuenta que la mayoría de las veces, estos profesionales deben guardar sus emociones y no expresarlas (con lo que ello implica).
Debemos ver esta crisis como una oportunidad de mejora, teniendo algo en claro, ¿Cómo estamos formados y para hacer qué cosas estamos formados? Ante esta crisis que estamos viviendo, no hay herramientas en el pregrado y en el posgrado, que nos permitan intervenir con confianza o con tranquilidad ante un desastre, y esto se puede transformar en una buena oportunidad para empezar a desarrollar estos componentes en las distintas áreas de formación (Cohen, 2020).
Por otra parte, debemos tener en cuenta lo importante que es trabajar en equipo y su organización para intervenir de la manera más eficiente.
La utilización de las guías de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, servirían de ayuda para elaborar o adaptar nuevas guías de intervención Psicosocial teniendo en cuenta a los profesionales como parte de la población afectada.
Esta crisis no solamente nos puede llevar a una situación sin retorno, sino también a darnos una oportunidad de mejorar, dándonos la posibilidad de instalar respuestas accesibles que sean constantes en el tiempo, donde se involucren a las Instituciones del Estado y se promueva la inclusión de los riesgos psicosociales en estos sectores vulnerables, dando valor a las emociones y a los afectos, al trabajo en equipo y a la importancia de una buena organización, teniendo en cuenta que la salud mental del recurso humano es nuestro principal instrumento
Fuente: Lic. Mariana Molina Gómez (Lic. en Higiene y Seguridad en el Trabajo. Esp. Ergonomía y Psicosociología Aplicada.
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